8 jul 2012

¿Jugamos?



Todos tenemos los mismos miedos, parecemos hechos con el mismo molde. Molde de esperanzas, de sueños, de vergüenzas, de insatisfacciones... (no son por las mismas cosas específicas, pero el resultado es el mismo).
Da igual cómo seamos o de dónde, da igual, todos tenemos miedo al fracaso, a hacerlo mal, a defraudar...

Soñamos, imaginamos cómo lo haríamos bien, cuan fácil sería si lo hiciéramos de tal o cual forma; pero las circunstancias no nos dejan, o nuestros propios miedos.
Que barrera tan fuerte, que muro tan grande son. Nos paralizan, pero no lo podemos evitar. Todo sería menos complicado si en vez de eso, lo hiciéramos, sin esperar con antelación el posible fallo, la posible frustración si saliera mal.

Si lo pensamos bien la vida no es más que una serie de casualidades. Azar. Juego...y como en éste, si no arriesgas, no ganas. Pero no todo el mundo juega igual. Hay quien no sabe, hay quien está cansado de perder, hay quien tiene siempre un AS en la manga,... pero las cartas que te tocan son, como no podía ser de otro modo, azarosas. Gana quien sabe jugarlas. Da igual cuáles te toquen, si sabes jugarlas, ganas. Pero para eso hay que controlar muchas otras, las de tus rivales, las de tus compañeros. Y ahí es cuando entra, de nuevo, el miedo. ¿Tendrá mejores cartas que yo? ¿Sabrá jugarlas mejor? ¿Se está tirando un farol?...

Quizás debamos dejar de pensar en las cartas de los demás y jugar las nuestras, sin trampas, sin cartón. Nuestras cartas son las que son, las que nos tocaron. No son malas, sólo hay que jugarlas y disfrutar haciéndolo. De lo demás se encargará el azar.


5 jul 2012

Siempre soñamos...


   
Fragmento extraído de HÉROES:                                        



     Hay una época para todo y un tiempo para cada propósito. La tierra gira a 1.000 Km/h, mientras intentamos desesperadamente no salir volando, como el primer soplo del invierno que marca la gran migración. ¿Hubo alguna advertencia de su llegada? ¿Una señal? ¿Un único acontecimiento que pusiera en marcha esta cadena? ¿Fue un susurro al oído de Dios? ¡Sobrevivir, adaptarse, escapar! ¿Y si pudiéramos señalar ese momento en el tiempo, ese primer atisbo de un peligro inminente?...¿Habríamos hecho algo distinto? ¿Habríamos podido impedirlo? ¿o acaso la suerte estaba echada desde hace tiempo..? ¿y si pudiéramos volver atrás, alterar su curso, impedir que sucediera?...¿lo haríamos?  




      Somos, ante todo, criaturas de costumbres. Nos sentimos atraídos por la seguridad de lo que nos es familiar, pero ¿qué ocurre cuando lo familiar se torna inseguro? Cuándo el miedo, que tan desesperadamente intentamos evitar, nos encuentra donde vivimos...
Somos, muy a nuestro pesar, la suma de nuestros miedos. Para aceptar el destino debemos, inevitablemente, enfrentarnos a esos miedos y conquistarlos, ya vengan de lo familiar o de lo desconocido.

    Porque para sobrevivir en este mundo, nos aferramos a aquellas personas de quienes dependemos. Les confiamos nuestras esperanzas y miedos, pero ¿qué ocurre cuando se pierde la confianza? ¿A dónde huimos cuando las cosas en las que creemos se esfuman ante  nuestros ojos?. 






   (Y, ya puestos a preguntas...) ¿De dónde procede esa búsqueda? Esa necesidad de resolver los misterios de la vida, cuándo no podemos contestar ni a las preguntas más sencillas. ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué es el alma? ¿Por qué soñamos?. Tal vez nos iría mejor sin mirar más allá,  sin ahondar, sin anhelar, pero la naturaleza humana no es así y el corazón humano tampoco. No es por eso por lo que estamos aquí, y aún así nos esforzamos por marcar las diferencias, por cambiar el mundo, por soñar con la esperanza. Sin saber a quién conoceremos por el camino. ¿Quién en este mundo de desconocidos nos cogerá de la mano, nos cautivará el corazón y compartirá el dolor de nuestros esfuerzos?.

Soñamos con la esperanza y con el cambio, con el fuego, el amor, la muerte...hasta que sucede, el sueño se hace realidad y la respuesta a esa búsqueda, a esa necesidad de  resolver los misterios de la vida, por fin se hace visible. Como la luz deslumbrante de un nuevo amanecer. Tanto luchar por un significado, por un propósito y, al final, descubrimos que todo eso reside en nuestro interior, en nuestra qexperiencia, compartida, de lo fantástico y lo mundano; en la simple necesidad humana de buscar un alma gemela, de conectar, de saber en el fondo de nuestro corazón que...no estamos solos.

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 A pesar de sus fanfarronadas, la triste realidad del hombre,  es que no puede escoger su triunfo. Sólo puede escoger cómo se comportará  cuando el destino llame a su puerta, con la esperanza de que tendrá el valor de abrirla.