5 jul 2015

5 de Julio



Hoy estamos de luto.
La sociedad se vistió de negro. Pasó algo terrible.
Le daré nombre a la muerte porque esta vez se llevó antes de tiempo a un chaval de 15 años. Un momento desafortunado, alguien que se fue en un ataque de odio irracional.
No somos conscientes de este momento; trágico, doliente, mortal.

Nuestra sociedad se desmorona a pasos agigantados.
No sabemos lo que vale una vida. Vemos todos los días como personas la pierden; que de eso ya se ocupa el "telediario" a la hora de comer (¿Eso nos va deshumanizando? ¿Cada vez sentimos menos dolor al verlas?).

Nos creemos Dioses.
No tememos a nada, y nada nos llega hasta que nosotros no queramos que nos llegue, ni la muerte.

Y no. No es así.
Cada falta de respeto se va clavando en nuestra alma para no sembrar nada más que odio.
Da igual lo que digamos o las acciones que realicemos, da igual a quién. No pensamos empáticamente lo que significan nuestros actos hasta que explotan ensuciándolo todo a su paso.

También meteré en el bote a las redes sociales.
Nos conectamos con el mundo entero a la vez y no vemos a quién tenemos a nuestro lado.
Nos escondemos detrás de un avatar para decirle a personas que no conocemos de nada (o que nos da miedo de conocer y, lo que es peor, que nos conozcan) cómo deben actuar, porque nos da miedo mirar a los ojos.
El diálogo, ahora, ya no se dice con la boca porque se escribe con el pulgar.
Nos deja fríos y distantes.
No queremos ver el dolor en las caras, de hecho no pensamos que hay una cara detrás, sólo otro avatar; le dices lo que piensas porque eres "sincero", pero detrás de una pantalla que te protege.

Y así llegamos a este punto en el comencé.
Un momento en el que el tiempo se para manipulado por el odio de una sociedad "humana" que no merece ser llamada así (al menos por lo de humanidad = capacidad para sentir afecto, comprensión o solidaridad hacia las demás personas). Unos chavales de dos pueblos distintos que, llevados por dos ideales diferentes, terminan con una de las vidas sesgadas a una edad en la que sólo habría que pensar en la vida. Tan culpable es uno como el otro (perdonar por ésto, sé lo que digo).

Ya nada será igual para nadie. Nunca lo es.

"La muerte es el trago más difícil de la vida, no para los que lo pasan sino para los que quedan atrás".