8 oct 2015

A mi madre




(Con el simple afán de que estas palabras no se pierdan en ningún rincón oscuro las vuelvo a sacar a la luz.
Fue un escrito escueto de "jubilación" que tuve el honor de redactar y leer a una persona que brilla con luz propia.)


Siempre tienes la rama preparada
para la rosa justa; andas alerta
siempre, el oído cálido en la puerta
de tu cuerpo, a la flecha inesperada.
Una onda no pasa de la nada,
que no se lleve de tu sombra abierta
la luz mejor. De noche, estás despierta
en tu estrella, a la vida desvelada.
Signo indeleble pones en las cosas.
luego, tornada gloria de las cumbres,
revivirás en todo lo que sellas.
Tu rosa será norma de las rosas;
tu oír, de la armonía; de las lumbres
tu pensar; tu velar, de las estrellas.
                                                                                                                              (Juan Ramón Jiménez)

Concluyes tu ciclo laboral en el mismo sitio dónde tú misma empezaste a recolectar sueños infantiles. Esos mismos que has dejado en un gran número de visueños.
Sin duda alguna para hablar de tus etapas escolares no me debo a limitar sólo a ti cómo persona docente, sino que también he de apuntar las maravillosas vivencias de tu propio período cómo estudiante. Duro y precioso ciclo lleno de esperanzas, recuerdos y experiencias varias entre compañeros y profesores.  Entre ellos yo hoy quiero recalcar uno… ¿Recuerdas a tu maestra?  (Sabes bien de quién te hablo…). Recuerdas cuántas historias, cuánto cariño guardas en tu memoria (esa que a veces crees que se pierde, pero que en los mejores momentos se impulsa con tal fuerza como si lo vivieras ahora), ese mismo recuerdo dejaste en tus alumnos. En personas a las que en su tabula rasa firmaste con letras de fuego conocimientos y momentos personales, únicos e imborrables.
Gracias a tu pasión por enseñar, no sólo datos escritos en un papel, sino valores y conocimientos propios; gracias a tu trabajo diario impagable; gracias a tus menesteres con cada uno de tus alumnos serás recordada como una persona profesional (quiero recalcar la palabra PROFESIONAL, hoy en día no todos lo somos, casi que la palabra está quedando a la deriva, pero contigo cobra sentido y fuerza, y por ti se puede volver a emplear hasta casi degustar la palabra con dulzura).
Has visto pasar delante de la palestra muchos momentos diferentes escolares. Reforma tras reforma te has mantenido firme, con la mente clara, sabiendo en cada momento qué podías sacar de provecho en cada situación. Y tras esa mesa, has visto pasar igualmente a muchos alumnos, siempre con las mismas edades mientras tú avanzabas, en edad y experiencia. Nunca aburrida en este ir y venir, siempre atenta a cualquier situación en la que pudieras ayudar, para que cada alumno por separado estuviera cómodo y consiguieran tener sed insaciable por  aprender, para desarrollar la variedad vocacional de cada unos de ellos.
Por eso y otras tantas situaciones que se me quedan, seguro, en el tintero, sólo GRACIAS. Por ser un ejemplo a seguir para tantas personas diferentes para la que siempre serás: SU MAESTRA.
Y ahora...
Ahora ha comenzado una nueva etapa en tu vida.
No la reniegues, disfrútala como sólo tú sabrías hacerlo. Aunque, si quieres, te puedo dar unas pequeñas pautas...
Disfruta de tus nietos, llénate de su fuerza, de su alegría. Comparte sus momentos y enseñales a entender la vida, a mirarla con esa visión que sólo tú tienes. Rodéalos de mimos y no te canses nunca de esa energía que portan.
Cultívate en esos pequeños detalles que nunca antes pudiste hacer, pero que de forma natural te salen tan bien. Pinta, monta en bicicleta, visita rincones que nunca antes viste, vé a conciertos, disfruta de esos “cafés” tan especiales con tus amigas de siempre.
Sólo me queda darte las gracias, personales, las mías.
Por ser mi maestra de la vida, mi madre y mi amiga.

TE QUIERO.

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